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viernes, 10 de septiembre de 2021

ASÍ COMO LLEGÓ EL LOBO, SALIÓ…té de orégano.

¡Parece mentira!, ha pasado casi un año desde la última vez que compartimos en este blog. Ha sido un año distinto, entre proyectos nuevos, experimentos exitosos y fallidos, y tratar de mantenerse vivos en el entorno de pandemia que vive la humanidad. Creo que todos hemos hecho nuestro mejor esfuerzo por no contagiarnos de Covid 19, o de sobrevivir a él y a sus secuelas.

En esta oportunidad quiero compartir contigo, que me lees, la experiencia vivida en mi casa cuando el temido invitado dijo “presente”.

En mi país, Venezuela, existen dos estaciones climáticas marcada: invierno (lluvias), y verano (sequías). Cada año, en el tránsito entre una y otra, los cambios de clima traen consigo gripes, dengue, zika, chincungunya y un montón de virus que se han vuelto parte de nuestro calendario anual de epidemias. La población en líneas generales, ha aprendido a lidiar con ello de la mejor manera posible.

Infinita cantidad de nombres locos se le han asignado a las virosis, siendo una de ellas “la quiebra huesos”, por el insoportable dolor que muchas de ellas generan en las articulaciones, y en muchas de ellas es común esto. La población en general ha aprendido a identificar los síntomas, sin embargo, la mejor forma de puntualizar su presencia es mediante los exámenes médicos correspondientes y con la atención de un médico especialista, como es preciso.

Cuando comenzó el invierno de este año, yo me mojé en una de esas repentinas lluvias, y como siempre me han afectado los cambios de estación y las variaciones de clima, no me impresionó el día en que amanecí con malestar de gripe y apenas unas décimas de temperatura, que luego aprendí que se denominaba febrícula.

No obstante, ante la posible presencia del nuevo virus, tomé la precaución de aislarme en una habitación, y comenzar a tomar las medidas recomendadas por tooooodos los médicos del planeta. Adicionalmente a ello, seguí mi propio protocolo de infusiones calientes, producto de todos estos años de virus y calenturas. Un té de hojas de guayaba en la mañana y un té de orégano antes de dormir. Lamenté mucho que mi planta de romero se hubiese muerto, por mi abandono, porque hubiese sido el complemento ideal.

Sólo tres días tuve febrícula, luego la semana de cansancio, y por fin reestablecida para atender a los otros contagiados. Bendije una y mil veces mi pequeñísimo huerto de especias. Le pedí perdón a mis plantas por no haberlas cuidado como era preciso, y siempre que las veía o las regaba, como ejercicio para tomar el sol, acción vital en estos casos, sentía su propia fuerza revitalizándome.

No te voy a decir que me tomé todas las ramas del jardín, para nada. Mi mamá, que estudió algo de farmacia siempre me repetía cuando le quería dar una “guarapo”:

 _ Muchacha, mira que las plantas matan.

En ese momento no la entendí, pero con los años tomé conciencia de lo importante de conocer las propiedades y contraindicaciones de las plantas, y su correcto uso para el consumo humano. No sea que, por hacer una gracia, nos salga una morisqueta.

Las plantas son maravillosas y unas aliadas excepcionales si se saben aplicar, tanto en terapias complementarias como dentro de nuestra diaria alimentación.  ¿Por qué lo digo? Porque tengo más de cuarenta años viendo y percibiendo sus beneficios, pero todo en su justa medida.

Para nada es adecuado suspender el consumo de agua pura por infusiones de nada, pero éstas ayudan a que nuestro organismo sienta de alguna manera, el apoyo de la tierra que nos sustenta, siempre y cuando se conozca bien cuando es prudente consumirlas y cuando no.

En la próxima entrada de este blogg, Roberto Espinosa del sitio web www.sembrar100.com, compartirá con todos nosotros un interesante artículo que nos aproximará a los conocimientos básicos para tener plantas medicinales en nuestros jardines, no se lo pierdan que va a estar muy interesante.

Y como es costumbre en mis historias compartir recetas que he utilizado en mis vivencias y que seguramente te van a ser útiles a ti en la atención y el cuidado de tu cuerpo o de los tuyos, comparto contigo mi té de orégano.

Infusión de Orégano



Ingredientes:

2 hojas de orégano orejón, que también puede ser una cucharadita dulcera de orégano seco.

1 taza de agua

Miel al gusto (opcional).

 

Procedimiento:

1. En una olla pequeña hierve la taza de agua.

2. Una vez bien lavadas las 2 hojas de orégano, colócalas en un refractario, agrega el agua hirviendo y tapa por 10 minutos.

3. Destapa el recipiente, endulza con la miel, si es el caso, y está listo para servir y tomar.




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