Y
después de las fiestas decembrinas siempre venía un carnaval cerquita. En una
de esas correrías por los llanos de mi tierra recuerdo mucho un paseo a “La
Peñera”, el fundo de la familia de Amantina, parentela de nuestra casa.
Salimos
de San Fernando vía Guasimal con la mejor intención de seguir la parranda
interrumpida por los días de enero, y cuando llegamos al pueblo había que pasar
el río por una zona que en verano era de
poca profundidad, pero no sabíamos exactamente su ubicación.
Rio Matiyure. Guasimal Estado Apure |
Estando
en pleno dilema apareció de baquiano un señor que llamaban “el mocho” Rosales.
Una característica típica del llanero, que algunas veces resulta ser muy dura
como decía mi mamá, es asignarles sobrenombres o apodos a las personas por
alguna característica física preponderante; en nuestro caso, el señor Rosales tenía
un brazo más corto que el otro.
Resulta
que mi tío comienza a seguir a Rosales quien a pie delante de la camioneta le
iba indicando el camino a seguir, mas los movimientos con sus brazos eran
inciertos, y en una de esas, señaló con su bracito corto hacia un barranco que
tenía huellas de carro de este lado y del otro lado del río también. No
entendida la seña confusa, acto seguido la camioneta bajando un megabarranco
como de 5 metros de altura, nadaba en pleno río; dejando claro que las ruedas
nunca dejaron de tocar el suelo. Unas gritaban y otras lloraban cuando el agua
comenzó a entrar al carro, pero en pocos minutos, cuando por fin salimos al
otro lado, la camioneta se pegó! Mi tío metió la “mocha” y logró salir airoso
del atasco. Jamás imaginé que recordar ese paseo en particular me iba a causar
tanta risa.
Vista del río Matiyure desde Guasimal |
Seguimos
el camino y encontramos a “Pinocho” uno de los familiares donde íbamos, quien nos terminó guiando hacia
el sitio de destino. Esa noche hubo en el fundo arpa, cuatro y maraca desde que
oscureció hasta que despuntó el alba nuevamente. Recuerdo de manera placentera
a mi mamá meciendo nuestro chinchorro mientras nos dormíamos con el arpa
arrullando mi sueño y mi despertar.
Esa
noche algunos aún recuerdan que llovió y que para colmo se mojaron, y como si
fuera poco, a mi hermanita Carmen, de tanto comer dulce y chuchería, le dio un
patatus donde se murió y volvió a vivir. A mundo carnaval accidentado!
Después
de todo, acordándome de ese tiempo el día de hoy, las risas de quienes me
ayudaron a recordar reivindicaron ese viaje, el cual queda cerrado dentro de
los viajes no tan buenos pero vividos con intensidad!
En
honor a ese río Matiyure a cuyas orillas se encuentra asentado el pueblo de
Guasimal, les comparto una receta elaborada con lo que más abunda en la zona de
los ríos llaneros, el pavón. Siempre recuerda que la cocina es recuerdos, es corazón,
es amor. Buen provecho y felices recuerdos!
PAVÓN HORNEADO
Receta tomada de: http://cocinayvino.net
Ingredientes:
1
pavón limpio
1
limón
2
cucharadas de jugo de limón
1
cebolla
2
dientes de ajo
2
pimentones
1
cebollín
2
ajíes dulces
½
ají picante
1
taza de vino blanco
Aceite
de oliva
Sal
Pimienta
Preparación:
Una
vez limpio el pavón, exprima el limón, rocíelo con el jugo y reserve.
Pique
la cebolla, los ajíes dulces el picante, los pimentones, los dientes de ajo y
la parte blanca del cebollín. Coloque todos estos ingredientes en un sartén con
un poco de aceite de oliva caliente y sofría por algunos minutos.
Agregue
las cucharadas de jugo de limón, salpimiente al gusto y remueva. Vierta la taza
de vino y espere a que se evapore.
Lleve
esta preparación a una fuente apta para el horno. Coloque el pavón sobre ella,
cubra con papel de aluminio y lleve a horno precalentado a 350° C. cocine hasta
que la carne este ligeramente blanda.
Coloque
el pescado en una bandeja y córtelo en rebanadas. Lleve los vegetales a la
licuadora y mezcle hasta obtener una salsa espesa. Rectifique la sal y la
pimienta, y luego cubra las rebanadas de pavón con la salsa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario