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jueves, 1 de octubre de 2015

SI DE PRODUCCIÓN ME HABLAS DE PRODUCCIÓN TE CONVERSO…Sopa de costilla


En los recientes tiempos se ha hablado a nivel de gobierno de planes para reactivar la producción de arroz en Venezuela, por aquello de producir lo que se consume en el país con miras a disminuir la importación de rubros agrícolas. Quizás les parecerá extraño el tema en este blog, pero es que mi infancia estuvo marcada por el amor a la tierra que me inculcó mi papá, Pedro Vicente.

Pedro Vicente, mi papá!

Proveniente del Estado Apure, hijo de Don Goyo y Doña Norberta, es el menor de sus hermanos y fue criado entre el llano y la ciudad. Aprendió desde pequeño el trabajo del llano bajo la instrucción de su padre y consagró su vida profesional a la agronomía al graduarse de Ingeniero Agrónomo en la Universidad Nacional del Centro del Perú.

El caso es que al mudarnos a Barinas, dentro de una cosa y otra, a mi papá le otorgaron unas tierras para sembrar, en un sitio llamado La Calzada Páez, en los predios del Hato del mismo nombre que había sido en otrora propiedad del mismísimo José Antonio Páez.


Mi primer recuerdo de ese sitio maravilloso fue nuestra llegada a la hora en que se pone el sol de los venados, cosa de cinco de la tarde, quizás ya anocheciendo. Vienen a mi mente memorias que más que recuerdos son aromas: el olor de un fogón de leña y el de los mechurrios de kerosene para alumbrarse en la noche.

Luego recuerdo los chichorrros, el mío era amarillo, y a mi mami meciéndonos para que no nos fastidiara la plaga. Acto seguido, después de una noche arrullados por los sonidos del campo, un sol brillante despunta el alba, y ante mis ojos curiosos un mudo de verdes que explorar. Mi nuevo sitio de aventuras.

La parcela en ese momento tenía apenas una casita de palma. Pero con los meses, el trabajo duro de mi padre y los trabajadores, aunado al financiamiento gubernamental se construyó la casa principal, el galpón de maquinarias y las habitaciones de los trabajadores. Ah! Y lo más importante para mí, la tanquilla de riego, que hoy sería llamado mi spa particular. Pero esa tanquilla realmente tenía como fin primario, distribuir el agua que regaría los cultivos que mi papá desarrollaría en el transcurrir del tiempo, y fueron muchos.

Inicios de la Parcela 82




Sembró de lo que recuerdo sorgo, arroz y maíz. Cada cultivo significaba el trabajo paciente de papá y de muchos trabajadores directos e indirectos que participaban en la faena. En ese tiempo el financiamiento permitió la compra de tractores, rastras, tanques de aceite y otra cantidad de implementos agrícolas que hoy escapan a mi memoria. Lo cierto es que en la parcela 82 siempre había de todo y lo más importante: había para todos, así lo dispuso mi papá.




Mi mami entre el cultivo de sorgo


En la zona los parceleros eran una gran familia. Era común, de ida o de vuelta, entrar a la casa de cualquiera de ellos a saludar, tomar café y seguir adelante. De los nombre recuerdo al querido vecino del frente el Chino Planchart, Don Domingo la primera parcela de nuestra entrada, Dovani su hijo, Corelli el aviador de fumigación…en fin mucha gente linda, todos amigos, todos hermanos, todos familia.



Cuando vemos el país que tenemos hoy no debemos asustarnos, solo tenemos que hurgar en nuestra historia y sabremos que a nuestra mesa llegó siempre comida venezolana, mi papá fue uno de los que la produjo!  Aun cuando los gobernantes de turno durante 50 años han visto en las importaciones una forma fácil de hacer dinero para su propio beneficio, muchos técnicos venezolanos se metieron p’al monte, investigaron, experimentaron y generaron muy buena producción.

Quizás aún más sabroso que recordar mis baños en la tanquilla, y mis juegos en los surcos de barro que hacían las ruedas de los tractores, es saber que yo también aprendí a sembrar. Y que como yo, los hijos y los nietos de esa gran familia que es el campo venezolano, también aprendieron a hacerlo. Nosotros tenemos en nuestros genes la información necesaria para hacer que florezcan nuestros suelos y que la madre tierra nos vuelva a bendecir con sus frutos.

La memoria gustativa de hoy es en honor a Pedro Vicente, ese hombre de bien que con defectos y virtudes permitió que aprendiera a amar el campo y a ser agradecida con la tierra que piso. En honor a él, uno de sus platos preferidos la sopa de costilla. Buen provecho!

SOPA DE COSTILA DE RES
Receta de Maria A. Brito.
www.cocinayrecetasdevenezuela.com


Foto tomada de elperiodicodelara.com

INGREDIENTES:

Para 4 personas:

1 Kilo de costilla de res con carne (se le quita el exceso de grasa), separadas, unas 8 costillas

¼ de Pimentón verde bien picadito

¼ de Pimentón rojo bien picadito

2 Ajíes dulces sin semillas, picaditos

4 Rodajas gruesas de cebolla bien picaditas

½ Tallo de ajoporro, lavado (para sacarle la arena), y picado

1 o 2 tallos de celery (sin hojas), picadito

Agua suficiente para cubrir las costillas

1/2 Cucharada de aceite

Sal y pimienta al gusto

Opcional: un manojo pequeño de compuesto (cilantro, perejil y hierbabuena), preferiblemente atado con pabilo o cordel, para así retirarlo fácilmente al final.


PREPARACIÓN:

En una olla de suficiente tamaño, se colocan primero la cebolla, ajoporro y celery junto con el aceite, se sofríen a fuego no muy alto hasta que estén blanditos. Seguidamente se agrega el pimentón y el ají dulce, sofriendo por unos minutos más. Agregue las costillas, y coloque suficiente agua que las cubra y un poco más, recuerde ir agregando a medida que se vaya secando la sopa durante la cocción, colocar sal y pimienta. Se lleva a hervor, y se tapa bajando el fuego, se deja cocinar hasta que esté bien blanda la carne, necesitara una hora y media o más. Casi al final de la cocción se introduce el atado de compuesto, así se garantiza que no se pierda el sabor al ser cocinado por mucho tiempo. Se rectifica la sal y pimienta cuando esté listo.

Las verduras se colocan al gusto, y se pueden cocinar aparte de la sopa, en suficiente agua con sal, hasta que ablanden pero no se deshagan:

Jojoto, picado a la mitad o en ruedas gruesas

Plátano macho pintón con su concha (este va solo ya que si no se ennegrece el agua). A mi me gusta el plátano maduro y dulce, pero el pintón (o que ya va a empezar a madurar) es el que generalmente se utiliza con sopa

Auyama o calabaza, se puede cocinar en trozos grandes con su cascara, y luego se le retira

Yuca pelada y troceada

Ocumo pelado y troceado

Se sirve suficiente caldo en cada plato, con dos costillas. Las verduras pueden ser colocadas dentro de la sopa. Acompañe con arepa, casabe o arroz blanco, una ensalada fresca o rebanadas de aguacate. Puede colocarse un poquito de picante o ajicero.
  
   

1 comentario:

  1. que bellos recuerdos.... inspira cada relato tuyo hermana muchisimas bendiciones

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