A quién
cuando es muchachito no le gusta que un mayor se lo suba a los hombros y le
haga caballito? Creo que esa es una delicia que todos hemos disfrutado en la
vida, y quienes no han sido subidos en hombros en piso firme, lo han hecho
seguro en una piscina, río, lago o playa.
El
cuento es que en unas vacaciones, vaya usted a saber de qué año, vinieron a
casa mis primos mayores Alfredo y Eduardo, hijos de mi tía Flora. Mis hermanas
y yo, siempre fuimos de las menores entre los hijos de los hermanos de mi papá,
y aunque no siempre, muchas ocasiones
eso significaba algunos beneficios. Lúdicos y simples pero beneficio al fin.