Receta de Mandocas en
homenaje a los amigos. Cuando se camina por la vida se conoce mucha gente hermosa,
pícara, graciosa...y otra que realmente resulta existir para dar lecciones;
pero al final, nuestra vida resulta ser la suma de las vivencias al lado de
todos aquellos con los que nos vamos topando.
Hace muchos, muchos años, cuando el
Liceo y la Academia Militar eran moda y los panas venían de allí, a mi casa
llegaron un par de seres que nos acompañaron un buen rato en parrandas y
amistad. Ambos eran Oficiales; uno más antiguo que el otro. El uno: más
amargado imposible, de esos que todos se meten con ellos por el puro gusto de
verlos en acción. El otro, un bonche todo el tiempo, alegre y dicharachero como
todos los de la tierra del sol amada de donde era oriundo.
En una fecha patria, hoy no
recuerdo cuál, les tocó hacer "parada" en la Plaza Bolívar frente a la estatua del Libertador Simón Bolívar
durante la ceremonia oficial. Entre ambos presentaban la bandera nacional y en
uno de los momentos de la ceremonia, con voz muy baja y comedida, casi
imperceptible al resto de los presente, el bochinchero le dijo al otro: